Para Gloria Rivera la construcción de la calle al pie de su casa significa bienestar. Esta vía, asegura, llega en el momento adecuado para cambiar su día a día.
Rivera, de 59 años, vive con su esposo Carlos Calderón, de 63 años, en el barrio 10 de Agosto de la parroquia rural San Lorenzo. Ella padece de diabetes y él camina con dificultad apoyado en un andador y con ayuda de terceros. Y es que a esta familia la vida les cambió hace 6 años, cuando don Carlos sufrió de un derrame cerebral.
Desde entonces, a Gloria le ha tocado tomar las riendas de la casa y cuidar a su esposo.
Relata que en invierno les tocaba quedarse en casa porque el mal estado de la vía les impedía salir.
“Con el lodo que se hacía en invierno era peligroso salir, no se podía, más aún con el problema de mi esposo. Pero ahora estoy feliz, ahora será diferente, ya no nos empolvaremos los pies”, dice sonriente Gloria, agregando que se siente agradecida por la obra que hace décadas han pedido a gritos.
En este sector se transforman dos calles de tierra, situadas a la altura del estadio de la parroquia San Lorenzo. Allí se ha colocado material de mejoramiento y sub-base para concluir con una pavimentación con asfalto y la construcción de bordillos tipo cuneta.