En las noches de marea baja, un coro de voces salía de las cuevas del cabo de San Lorenzo. Y se elevaban dos piedras como cúpulas de catedral.
Entonces las dos visibles rocas desde esta salida de mar, tomaban forma humana convertidos en un fraile y una monja. Se unían en canto.
Ahora se dice que son sólo los sonidos del viento, pero quienes conocen esta leyenda evitan acercarse a la zona en esas noches.
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