Es media noche. No puede dormir y las lagañas en sus ojos la delatan. Su mirada está fija en la puerta de la sala, no parpadea. Lobita tiene 3 meses que no ve a Davis, su dueño, su amo, su padre humano.
A 8 millas náuticas está Davis. Acostado en su camarote del barco de pesca, boca arriba, mirando la fotografía de Lobita que tiene pegada en el techo. Tampoco puede dormir. La menor de sus 7 «hijos» perrunos apenas tiene 6 meses de edad.
Era una mañana soleada en la ciudadela Divino Niño en Manta y Davis apresura el paso y comienza a trotar. Saca sus llaves del bolsillo derecho y abre la puerta.
Allí estaba ella quien se abalanza hacia Davis, tras 3meses de espera que por fin han terminado.
A dos cuadras de su casa está la brigada animalista de la Alcaldía Ciudadana de Manta. Davis toma a Lobita entre sus brazos y camina hacia los médicos, al llegar la posa sobre la mesa de atención para que la examinen.
«Por fin juntos mi niña», susurra Davis mientras Lobita ha recibido sus vitaminas y debe regresar en 3 meses para su próximo chequeo. Ella no entiende el lenguaje humano, solo las miradas de su amo que la abraza, la cuida y protege el tiempo que no está en altamar.
Cuidándola y preocupándose por ella como los hace esta Alcaldía con espíritu animalista, lidera por el alcalde Agustín Intriago, quien día a día ratifica este compromiso con la presencia de las brigadas animalistas en cada sector de Manta.